martes, 9 de febrero de 2016

Volar sin paracaidas

Leo este artículo para hacer una reflexión personal como actividad del máster y no me puedo resistir a publicarla aquí...

El acceso a la educación, clave de la igualdad

Álvaro Marchesi. El País, 6-6-2008
Desde hace varias décadas, los psicólogos cognitivos han estudiado el razonamiento humano y han encontrado determinados errores en los que caen, sin darse cuenta, un significativo número de personas. En algunos casos, en el origen de estos sesgos operan factores ideológicos; en otros son de tipo afectivo y en el resto, simplemente se produce un razonamiento que se salta la secuencia lógica esperada. Uno de los experimentos reportados para comprobar estos sesgos se refiera a la inferencia general desde los casos particulares: si hay un fumador empedernido, por ejemplo, que vive hasta los 90 años, la conclusión "lógica" es poner en cuestión la afirmación de que el tabaco es dañino para la salud. Cuando se formulan relaciones entre determinadas variables comprobadas de forma empírica, no es extraño que algunos interlocutores las pongan en duda y ejemplifiquen su oposición con algún caso concreto conocido.
Esta reflexión me vino a la mente al leer el artículo Las lecciones de los pobres del admirado escritor Mario Vargas Llosa (EL PAÍS, 1 de junio). En él, a partir de cuatro casos ejemplares de personas que desde la pobreza han llegado a la cima empresarial, se concluye que cualquier persona puede llegar adonde se proponga con sus solas fuerzas siempre que se profundice en la libertad de mercado y en el espíritu empresarial, y se creen condiciones de libertad y de competencia. ¿Será cierto que los supuestos individuales pueden conducir a reglas generales o existe un sesgo en semejante razonamiento?
Repasemos brevemente la situación social y educativa de Iberoamérica. Según las estimaciones de la CEPAL, la región muestra la mayor desigualdad del mundo, con enormes diferencias entre los sectores de más altos y de menores ingresos. Los pobres se sitúan en torno al 40% de la población y el número de personas que se considera que viven en situación de pobreza extrema se aproxima a los 100 millones de personas. Una cifra que podría incrementarse en 10 millones si se mantiene el incremento del precio de los alimentos.
Esta dramática situación afecta directamente a las condiciones educativas de la población. El porcentaje de personas analfabetas se sitúa en torno a los 30 millones de personas. Además, cerca de 110 millones de personas no han terminado su educación primaria. Estudios recientes señalan que el porcentaje de alumnos que completan la educación secundaria es cinco veces superior entre aquellos que se encuentran entre el 20% más rico de la población que entre aquellos situados entre el 20% de la población con menores ingresos familiares. Mientras que el 23% de los primeros terminan la educación superior, sólo el 1% de los más pobres lo consiguen. El promedio de escolarización en el 20% de la población con mayores ingresos es de 11,4 años mientras que en el 20% inferior es de 3,1 años.
¿Podemos pensar que la alimentación, la vivienda, la salud y el nivel cultural de la familia nada tiene que ver con las posibilidades futuras de los jóvenes? ¿Es posible considerar que el nivel educativo alcanzado y, por tanto, las posibilidades de acceso a una educación de similar calidad, apenas condiciona las opciones profesionales y laborales de los alumnos y que con el refuerzo al libre mercado y a la competencia se puede garantizar la igualdad de las personas ante su destino? Sin duda, existen ejemplos dignos de admiración, como los expuestos en el artículo aquí comentado, en los que se manifiesta la fuerza arrolladora del ser humano para sobreponerse a sus condiciones negativas y para equipararse con los triunfadores de la sociedad que tuvieron durante sus años escolares todo a su favor. Pero de esa situación de excepcionalidad no puede en modo alguno concluirse que las condiciones de partida no limitan de forma brutal los itinerarios vitales de las personas a lo largo de su vida.
¿Qué hacer en esta nueva hipótesis interpretativa? Apostar sin duda de forma decidida para que las condiciones iniciales de toda la población, sobre todo de las nuevas generaciones, sean lo más equitativas posibles y para que todos los niños y jóvenes tengan acceso a una educación básica de calidad que les permita abrirse camino en la vida con mayores garantías de promoción social y de éxito. Entonces sí se podrá exigir esfuerzo y dedicación, innovación y creatividad, superación de los obstáculos y perseverancia. Entonces, y sólo entonces, no habrá cuatro casos envidiables, sino miles de ellos que demandarán el reconocimiento histórico de aquella sociedad y de aquellos gestores públicos que lo hicieron posible. 


Es curioso que a veces nos quieran vender que estudiando podremos llegar a donde queramos. Los casos, como dice el artículo en los que un individuo llega a lo más alto habiendo sido de clase baja son muy escasos y en porcentajes deben rondar los mismo que el hecho de que nos toque una lotería. Hay que tener en cuenta que en esta sociedad es cada día más difícil llegar a la cima porque ésta ya está copada de generaciones y generaciones que lo tuvieron muy fácil porque sus padres ya estaban arriba y éstos los estaban porque ya llegaron sus abuelos.
¿Cómo va a poder llegar a ser un empresario de éxito un chaval cuyos padres no han podido pagarle una formación adecuada? Es difícil.
Otra de las cosas que me llama la atención es la afirmación de “Si estudias tendrás un buen trabajo”. Tampoco es cierto. Yo estudié muchísimo, era responsable, anteponía siempre las obligaciones antes que la diversión, tanto en el colegio, como en el instituto como en la Universidad y los múltiples estudios que posteriormente he cursado y hoy aún curso… Tenía otros compañeros que no estudiaban, les costó la misma vida aprobar selectividad y eran unos verdaderos irresponsables. Sin embargo ellos contaban con el colchón de los padres que los ayudaban siempre, y en ocasiones los cubrían y hoy son directores de empresas o tienen puestos de trabajos buenos, estables y regalados. Yo me busco la vida como puedo, trabajo media semana en una ciudad y la otra media en otra, no tengo fines de semana porque debo complementar las pequeñas cantidades de dinero que gano durante la semana con otros trabajos complementarios, y sin embargo, sigo formándome pensando que es la única manera de conseguir un buen trabajo; Porque eso nos ha hecho creer desde pequeños, pero la realidad es que ni mis padres podrán darme nunca más de lo que me han dado ya, ni por asomo tendré las facilidades que muchos de mis compañeros han tenido.

Por lo tanto, que no nos “vendan la moto” de que cualquiera puede llegar a la cima, porque evidentemente no todos vamos ni con flotador ni con paracaídas. 

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