lunes, 27 de mayo de 2013

Una caja de cerillas



".... Como ve, todos tenemos en nuestro interior los elementos necesarios para producir fósforo. Es más, déjeme decirle algo que a nadie le he confiado. Mi abuela tenía una teoría muy interesante, decía que si bien todos nacemos con una caja de cerillas en nuestro interior, no las podemos encender solos, necesitamos, como en el experimento, oxígeno y la ayuda de una vela. Sólo que en este caso el oxígeno tiene que provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador y así encender una de las cerillas. Por un momento nos sentiremos deslumbrados por una intensa emoción. Se producirá en nuestro interior un agradable calor que irá desapareciendo poco a poco conforme pase el tiempo, hasta que venga una nueva explosión a reavivarlo. Cada persona tiene que descubrir cuáles son sus detonadores para poder vivir, pues la combustión que se produce al encenderse uno de ellos es lo que nutre de energía el alma. En otras palabras, esta combustión es su alimento. Si uno no descubre a tiempo cuáles son sus propios detonadores, la caja de cerillas se humedece y ya nunca podremos encender ni un solo fósforo.

Si eso llega a pasar el alma huye de nuestro cuerpo, camina errante por las tinieblas más profundas tratando vanamente de encontrar alimento por sí misma, ignorante de que sólo el cuerpo que ha dejado inerme, lleno de frío, es el único que podría dárselo..."





Este fragmento pertenece a la novela "Como agua para Chocolate" de Laura Esquivel. La utilizo para explicar a mis alumnos en su preparación a selectividad cómo se hace un comentario de texto, y, a menudo, me doy cuenta de cómo pasan por encima sólo por obligación, sin pararse a apreciar la bella historia que cuenta ni el significado que encierran estas palabras. 


Todos tenemos dentro una caja de cerillas, pero a veces, no lo sabemos, o se nos olvida. Laura Esquivel dice en su libro que cada persona debe descubrir cuáles son sus detonadores.Yo, los míos no siempre los tengo claro, y a veces, el estrés diario me hace olvidarme de ellos, así que hoy voy a hacer un ejercicio para recordarlos y empezar a prender mechas y vivir explosiones.


Empezar un libro que te atrape en las primeras páginas. Esto es detonante claro e inminente explosión de una aventura que ofrece una vía de escape para mi rutina.


Ilusión ante un nuevo proyecto. Normalmente esto hace saltar por los aires toda la parte aburrida de mi día, porque mi imaginación se dispara más rápido que una montaña rusa y ya no puedo pararla. A veces el proyecto no sale, pero no importa, porque ya ha cumplido su objetivo, que no era otro que detonar otra cerilla.


Fechas y planes. A pesar de lo que muchas personas de mi alrededor piensan, a mi me encanta los planes a largo plazo. No me agobia tener la agenda abarrotada de proyectos, citas, planes...cosas para hacer en mi tiempo libre, porque eso significa que me muevo, que estoy viva, y que, como diría Luis..."¡¡¡Quiero vivir!!!"


Descubrir nuevas personas que iluminan y enriquecen mi existencia. A menudo, me doy cuenta de que cuando uno va evolucionando deja detrás muchas personas que evolucionan hacia otra dirección, y con las que ya no mantienes nada en común. Alguien que conozco llama a esto "sacar a alguien de tu armario". Lo mejor que tiene mi armario es que siempre está en movimiento, sale mucha gente que antes estaba en el cajón de diario, otras las subo al altillo, pero casi todos los días incluyo a alguien más. Personas que aportan esa chispa a tu vida que hace detonar otra cerilla.


Como veis, tengo una señora caja de cerillas, y lo bueno que tiene es que son mágicas, porque, por cada una de mis cerillas que es detonada, aparecen cinco nuevas esperando su turno para explotar y llenar mi vida de luz y calorcito.