Hacer de una fiesta un arte, de un arte tu cultura, y de tu cultura una forma de vida. Esto es el carnaval.
Es difícil de entender. Esa misma sensación que siente un niño la noche
de reyes, ese cosquilleo que te aprieta la barriga las horas previas a los
cuchillos largos, o a que empiece la final…
Desde la distancia, relativa,
pero al fin y al cabo distancia, se ve la cosa de otra manera. He crecido con
las coplas de las viudas, las momias de guete, los príncipes encantados, caimán…pero siempre las he
vivido a 100 kilómetros. Yo también he terminado las barbacoas con la rumba de
El Vapor o con Caleta, también he disfrutado tu semana del arte, porque no hace
falta estar allí para quererte, ni para disfrutar con tu idiosincrasia tan
auténtica y ser parte de ella, pero si es verdad que el mundo que me rodea es
más de allí que de aquí.
Foto: Kinemasur |
Los mejores años de mi infancia y
adolescencia los he pasado en tierras de Cádiz, y ahora mi gente gaditana me
sigue regalando las mejores risas y los momentos más imborrables, eso siempre
marca, y me hace dejar un pedacito de corazón en tus playas. El levante me
enloquece como a una gaditana más y el poniente me enamora cada día que lo
huelo y me lo bebo.
Vivir a medio camino entre tu
tierra y tu otra tierra te hace siempre creer en las dos mitades del alma, pero
hoy, soy más gaditana que nunca. Hoy mataría por estar entre bambalinas,
oliendo el sudor que os dejáis cada año sobre las tablas, el esfuerzo que hoy
culmina en perfección entre ladrillos coloraos. Ha sido un mes, más corto que
largo, porque se pasa volando, un mes que termina con sensación agridulce,
porque llevo todo el año esperando que llegue la noche más mágica del año, pero
que llegue significa que termina, porque aquí se termina. Me diréis, no se
acaba, hoy empieza, nos queda la calle….pero en esta distancia relativa la
calle son dos ratos, que disfruto como nunca, pero al fin y al cabo, son dos
ratos que me escapo y vuelo por encima de esos 100 kilómetros para estar en tus
calles y empaparme de tus letras, de tus risas, de ti. Es el viaje más largo
del mundo, 100 kilómetros para estar allí, como si no me fuera nunca, pero se
acaba, se acaba y me toca volver a mi realidad, que no es mala, pero es
diferente.
Foto: Santi Ledo |